Desde niña fui gordita. La
verdad, no por hacerme justicia, no era muy gorda, pero si tenía sobre peso.
Hasta los 5 o 6 años estuve en
clases de gimnasia por lo que mi sobre peso no se disparó, pero todo cambio
cuando mi mamá entro a trabajar. Sin clases de gimnasia, a veces comiendo
cualquier cosa pues mi mamá no tenía tiempo de hacerme la comida, y con acceso
a comprar lo que yo quisiera para comer, pues comencé a ganar peso.
Siempre sufrí bullying (en ese
entonces no se le conocía así) por parte de algunos compañeros que se burlaban
de mi gordura, esto me entristecía mucho y desde ese momento, 7 u 8 años
intente hacer algo al respecto.
Recuerdo que mi papá hacía
ejercicios conmigo con tal de que yo bajara de peso pero la rutina no duro
mucho y yo seguí comiendo y subiendo de peso.
Toda la primaria la pasé así y parte de la secundaria hacia dietas que
encontraba en revistas o que me daban mis primas hasta que un día, por ahí de los 12 años, me enteré de la
existencia de la linaza: una semilla para alimentar aves pero tiene la fama de
adelgazar moliéndola en la licuadora y tomándola con jugo en ayunas.
Así que comencé a cuidar más mi
alimentación, a hacer ejercicios y a tomar linaza y por primera vez comencé a
ver resultados.
No sé en cuanto tiempo pero baje
unos 20 kilos, yo me sentía genial pues por primera vez en mi vida me sentía
bonita y hasta comencé a recibir cumplidos de mis compañeros de clase.
La cosa comenzó a ponerse fea cuando
comencé a bajar de peso exageradamente, al grado que yo tenía un color de piel
amarillento, el cabello se me caía y deje de tener menstruación. Lo peor es que
yo me seguía viendo gorda y quería bajar más y más.
Mi mamá en seguida me llevo con
el pediatra (si aún iba con pediatra) y
me hizo análisis y todo estaba perfecto pero yo seguía bajando de peso.
La verdad es que si comía muy
poco, de lo que comía al principio que inicie la dieta hasta ese momento era la mitad de
todo, pero esta no era la única razón de que yo bajara tanto de peso.
Un día me toque el cuello y toque
una bolita, de hecho tenía tiempo tocándola pero no le había puesto gran
atención hasta que sentí que se movía cuando yo pasaba saliva: era un tumor en
mi tiroides.
Gracias a Dios se descubrió que
el tumor era benigno y que yo tenía simplemente que tomar medicamento, el cual
me aceleraba todavía más el metabolismo pero yo estaba tan asustada con
aumentar de peso que no comía más y por esa razón yo seguía bajando de peso,
había días en los que podía bajar hasta ¡2 kilos!.
En la siguiente entrada les contaré sobré mi recuperación y lo que pasó después de ahí.


